algarrobo milenario
carmen julia palmer
Cruzando el bao de Las Pavas
han venido dos gentilas
con sus perros sin plumas
y sus ornamentos de cobre.
Han venido a mirar tus ojos,
a darte miel de vichayo.
En la mímesis del cortarrama
los ruiseñores siguen cantando,
aunque los faiques estén celosos de
tu romance con la luna.
Siempre has sido el señor.
Dáme de ti
el parpadeo insomne de los cernícalos;
pero también quiero tu viento,
tus ramas rudas y longevas
Voy a llorar tu desdén a mi huaca
Lejos del canto marcial de las chicharras.
Hasta el chaparral me llevan los alisios
desde donde las gentilas te miran enamoradas mientras se peinan.
Sus lágrimas de arcilla fosforescen
en el Mirador de las Salinas
donde confluyen los mil perfiles de shi – an
y en el rumor de tus hojas secas
se guarecen los enjambres.
Por la tranca Benites cruzan las gentilas
con la nariz de yukún y un halo a cuculí, para volver a ser la ofrenda sin memoria de aquellos días; sus largas trenzas van tristes mientras tus raíces dialogan con el río.
Nada has dicho, salvo que nuestra humanidad es una niña todavía.
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